Azmir Islam había llegado a un momento crítico en 2016. Su empresa, New Modern Sign, que en ese entonces tenía seis años de antigüedad, ya había sobrepasado con creces su ubicación actual en un centro comercial de Houston, y él estaba atrayendo clientes nuevos todo el tiempo. Por supuesto, dirigir una empresa que está creciendo es un buen problema cuando se es empresario: Islam simplemente no tenía el espacio físico para satisfacer la demanda.
"Mis vecinos se quejaban mientras yo hacía que los camiones hicieran mi trabajo. Estaba congestionado. El techo no era alto, así que si hacíamos un letrero que fuera alto, incluso si hubiéramos podido construirlo adentro, no podíamos sacarlo afuera", explicó sobre su arreglo en el centro comercial. "Así que, ponía mesas pequeñas afuera de la tienda para construir algunos de los carteles [los más grandes], y mi arrendador venía y decía, '¿Qué, crees que esto es un mercado de pulgas?'".
Sin embargo, la falta de espacio no era el único problema. Estar en un centro comercial significaba que el alquiler era costoso, así que estaba lejos de ser ideal, agrega, y señala que los negocios de letreros normalmente se quedan sin almacenes. Pero, dice: "Era lo único que conocíamos, así que nos las ingeniamos".
A esta altura de la empresa, comprar una propiedad parecía el siguiente paso lógico. Islam no estaba seguro de si podía permitírselo. Ahí es donde la solicitud de un préstamo para pequeñas empresas realmente ayudó.
Estaba claro que New Modern Sign estaba lista para expandirse, según Paul Cheong, primer vicepresidente y gerente de relaciones senior en East West Bank. "Cuando visité (la tienda) pude ver sus letreros en el medio del estacionamiento. Y él dijo: 'Bueno, ya lo ves, tengo toda esta demanda, pero a veces mi espacio no es lo suficientemente grande'", recuerda Cheong.
Después de hacer números, Cheong se dio cuenta de que la empresa de Islam era una candidata para el préstamo 7(a), el buque insignia de la SBA. El programa ofrece préstamos a plazo garantizados por el gobierno federal de hasta $5 millones, y los fondos se pueden utilizar para una variedad de propósitos incluido capital de trabajo, compras de equipo y adquisiciones de bienes raíces. El año pasado, la SBA aprobó aproximadamente 60,353 préstamos 7(a), que ascendían a un total de $25.370 millones.
Cuando Islam se enteró de que calificaba para el préstamo de la SBA, también encontró la propiedad perfecta. "Es como si el tipo supiera que un día yo iba a venir y tomar su empresa", cuenta. "Ya estaba dividido para mí, tenía el espacio perfecto para estacionar, la capacidad de expandirse".
La sincronización fue impecable, comenta Cheong. "En mis 24 años de préstamos de la SBA, sentí que este era realmente el momento adecuado para este préstamo para esta empresa, digámoslo de esa manera. La oportunidad realmente encajaba". "Además, la SBA a menudo permite un pago inicial más bajo para los prestatarios que un préstamo comercial convencional: un 10-15% frente a un 30-35%, agrega Cheong.
No pasó mucho tiempo antes de que Islam ganara la licitación para la propiedad y lo aprobaran para un préstamo de $540,000. Se mudó al local nuevo en diciembre de 2016 y arrancó a toda marcha poco después. Desde entonces, asumir más proyectos, y algunos más grandes, no ha sido un problema en absoluto. Solo el año pasado, la empresa ganó $1.4 millones en ingresos.
"La gente se siente más segura de las cosas que podemos hacer una vez que visitan las instalaciones", cuenta Islam, cuyos clientes locales van desde SignatureCare Emergency Center y Metro PCS, hasta Taco Bell y KFC. "No dudan de que tenemos la habilidad o la capacidad de hacerlo".
Una carrera en letreros no fue siempre parte del gran plan de Islam. A pedido de sus padres, había estado trabajando para recibir un título en psicología, con una especialización en biología, cuando alguien lo contactó con la oportunidad de entrar en la industria de los letreros. Y como estaba ansioso por una excusa para no especializarse en psicología, la tomó. ¿El problema? En ese momento, no tenía experiencia en la fabricación de letreros, así que se encargó de aprender todo desde cero. Al principio, admite, lo odiaba.
"La industria de los letreros tenía que ver con todo lo que me da miedo: no me gustaba tomar medidas. No me gustaban las alturas. No me gustaba tener que hablar con la gente. No me gustaba tener que convencer a alguien de que necesitaba algo", revela. "Y no sabía nada, y no había nadie que me enseñara. Pero seguí siendo persistente y trabajé gratis para mucha gente para aprender. Poco a poco, amplié mis habilidades y aprendí de mis errores, a prueba y error. Aprender de esa manera realmente lo inculcó en mí".
Hoy en día, Islam dice que ha llegado a amar y disfrutar de su trabajo. Dirigir una empresa exitosa y tener el espacio adecuado para continuar creciendo no hace daño tampoco. Y si algo ha aprendido de su experiencia a lo largo de los años es que "no existe tal cosa como los fracasos, solo el aprendizaje", comenta.
El otro consejo que tiene para otros dueños de empresas es que se aseguren de estar al tanto de sus números. "Al final del día, si quieres crecer, si quieres invertir, si quieres conseguir equipo, si quieres conseguir propiedades, los números dicen la verdad", señala Islam. "Si puedes hacer que los números sucedan y los consigues, entonces pueden suceder cosas increíbles".
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